Soñete ayer:
Pneuma, viento, aves, amor…
Dos cuerdas y un bandoneón.
Poemas con mi pluma te esbocé:
tinta azul sobre tu piel de papel.
Hálitos eufóricos:
transmutación fascinante;
de platino ventanas
y no de cristal.
El tango
avivó tu magnetismo,
cantando
nuestros cuerpos unimos,
y con vaho
las estelas esfumamos.
«Di no a lo imposible»
me advirtieron,
pero ellos nunca te conocieron.
Y yo tampoco.