Warning: Invalid argument supplied for foreach() in /home/moneyla/refulgir.com/k/wp-content/plugins/bogo/includes/language-switcher.php on line 104
Un viernes en Lovaina – Refulgir

Un viernes en Lovaina

29 de octubre de 2021

Madrugada lovaniense, fuego en mi mente

¡Despertad! Estáis cansado, pero no importa, suena una ruidosa alarma en el pasillo. Son las 3 de la mañana, pero no estáis soñando, esto no es una alucinación etílica. Caminad raudo y descalzo hasta la puerta, observad a esos chavos fotografiándose bailando al ritmo de la alarma.

—¡Poneos vuestros zapatos y corred para afuera del edificio! ¡Es la alarma de incendios!

No estáis soñando, esto no es una alucinación etílica.

Tomad un abrigo, salid de la pieza. Los chavos se fueron, sois demasiado nuevo aquí vos, y no sabéis cómo salir del lugar sin usar el elevador; pero no sintáis pánico, seguid los letreros verdes, y que Dios esté con vos.

Navegad a través de los laberínticos pasillos de esta residencia estudiantil, observad lo enorme que es, es toda tan nueva para vos, disfrutad estas primeras impresiones tan mágicas, con el estruendo ensordecedor de una alarma que os grita que vuestra vida y vuestro oído están en peligro.

El cielo está obscuro, no hay luna, no hay estrellas, pero al menos hay aire, un aire que con su poderoso frío os dice que acabáis de salvaros de ser quemado vivo.

—Es la tercera vez que suena este semestre. La última vez nos hicieron esperar afuera por una hora.

—¡Una hora! No podemos estar aquí afuera así por tanto tiempo ¡Nos enfermaremos!

Sentís la brisa gélida lastimando vuestra garganta, pero os distraéis del dolor mirando a los últimos en evacuar esta residencia exclusiva para hombres: 3 muchachos, acompañados por 3 invitadas femeninas que los estaban «visitando» toda la noche.

Pasan 20 minutos, hasta que alguien grita algo en holandés y todos comienzan a regresar adentro. No entendisteis lo que dijo, pero eventualmente alguien os lo explica: todo despejado, no hubo incendio. Empero vos pensáis que es una mentira, que fueron las féminas visitantes las que provocaron incendios, mientras os acostais sobre vuestro lecho, solitario, frío, sin siquiera una cobija, deseando que fuerais tan afortunado como vuestros vecinos venturosos, y ardierais con las flamas de alguna «visitante», pero no tenéis más que los pedacitos de vuestro roto corazón para confortaros esta noche.

Día, húmedo tren, autobús del amor

¡Despertad! Estáis cansado, pero no importa, tenéis mucho que hacer, ignorad los fuertes efectos secundarios del alcohol, era necesario beber anoche, teníais una importante reunión, con alguien importante,,, aunque ya olvidaste el nombre de esa mujer, no olvidas su bello cabello rubio rizado.

Soñad con ella, perderos en esos bucles dorados de gloria…

¡Despertad! Estáis cansado, pero no importa, tenéis mucho que hacer, y ya perdisteis 4 horas soñando acerca de un oro inalcanzable. No podéis permitirte pasar otra noche durmiendo sin tus cosas, sin vuestras cobijas, sin vuestras ropas, ya os sentís enfermo, debéis traerlas de Aarschot.

Caminad en la lluvia, ignorad esa humedad, monta pronto el autobús hacia Aarschot, antes de que sea demasiado tarde.

Empaca rápidamente tanto como puedas. Dejad atrás las ropas sucias, traed solamente lo que verdaderamente podréis utilizar.

Mirad vuestra guitarra, ese bello instrumento que encontrasteis un día en la basura, y con amor restaurasteis. Sentid la tentación de traerla, fingid que no tenéis ya demasiado que cargar, caed en la tentación, os gusta tanto, y la necesitáis tanto, vuestro corazón está roto y ella es la única queriéndote cantar para consolarte, no la abandonaríais ¿O sí? Vos sabéis cómo se siente eso, no podríais hacer eso a alguien ¿O sí?

Arrastrad ese grávido equipaje y cargad ese estuche plúmbeo, todo el camino de vuelto a Lovaina, sentios desafortunado por no poder permitirte más que subirte al tren, sin boleto, y rezar que no pase el inspector.

Mirad al hombre en la silla de ruedas, solo tiene una pierna, daros cuenta de que no sois tan desafortunado después de todo. Un fuerte recordatorio: la vida es ahora, un día estaréis demasiado enfermo o demasiado muerto para hacer cosas, tenéis que vivir ahora. Por eso, estáis demasiado cansado, pero no importa.

La música hace que vuestro viaje pesado y sobrecargado sea mucho más interesante.

«¡¿Me creeríais si os dijere
»que vos sois el rey de mis sueños?!»

Una hermosa chica en el autobús, hablando con un tipo que la abraza con fuerza, no puede dejar de esguardaros, con sus ojos azules como el océano. Miradla vos también, oteadla, a ver cuanto aguanta.

«¿Podeís oír el zumbido de mi amor?».

Cargar esa maleta es doloroso, especialmente por las escaleras. Estáis cansado, pero no importa. Hoy es viernes, no podéis desperdiciar vuestra oportunidad de ir al café Pangea. Es una lotería de diversión cuyo premio mayor habéis ganado algunas veces, y os gusta mucho apostar.

Noche, vistazos a un mundo que no podéis entender

El café Pangea está obscuro y no se siente tan amistoso como de costumbre, los momios están en vuestra contra, quizás no ganaréis mucha diversión ¡Pero Dios sabe que no vinisteis hasta aquí solo para no apostar aunque sea un poquito!

Es la segunda vez este mes que hay un karaoke aquí. Es la segunda vez este mes que la nada amistosa persona estresada que administra el karaoke no os deja cantar. Tocan canciones tontas y aburridas ¡Oh! ¡Vos podríais ser mucho más tonto que ellos! ¡Si tan solo os dieran la oportunidad!

Una preciosa damita, disfrazada de ajedrez, os invita una robusta cerveza obscura…

Guinness sabe a café, su gusto fuerte os hace sentir despierto.

Pero solo os gusta la obscuridad en las bebidas, no podéis aguantar más las tinieblas del lugar. Salid, al menos afuera hay lámparas y faroles, lo más cercano a las estrellas en este mundo sin luna ni estrellas de hoy.

Casi todos están disfrazados, excepto vos, o eso es lo que creéis, hasta que oís a un hombre deciros «vos estudiáis filosofía ¿No? Lo adiviné por cómo lucís, y cómo bebéis».

Westmalle se siente como la gloria, pero su gusto espirituoso os hace sentir adormecido, justo como hacen los orgasmos.

Estáis cansado, pero no importa. Chicos y chicas hablan con vos. Preguntadles sobre las profundidades de sus espíritus. Preguntadles, porque si no os aburrís y os fatigáis, la conversación vacua es inaguantable cuando estáis ya tan exhausto.

Escuchad las palabras de la muchacha:

—De hecho, os conozco desde hace 4 años. Nunca salimos ni platicamos, pero he estado oyendo muchas cosas sobre vos.

¿Fue bueno lo que oyó? ¿Fue malo? No da más explicaciones, pero sospecháis que debió haber sido algo peculiar, por la manera tan extraña en que se ríe de cada comentario que hacéis al platicar con los demás.

Ignorad las invitación a regodearos en los vicios de la Vieja Plaza. Recordad que siempre podéis ir ahí solo de todas formas. Recordad que en lares tan degenerados los grupos de amigos son irrelevantes, todo es demasiado ruidoso, demasiado tenebroso, demasiado alcohólico, para siquiera socializar decentemente.

2 chicas os preguntan sobre la fiesta de «Halloween» con karaoke en el café Pangea. Son recién llegadas de Etiopía, la tierra de los ópalos.

—¡Qué triste que nos la perdimos! ¡Era la primera vez que íbamos a ver una auténtica celebración de Halloween!

Sus palabras revelan su inocencia. Advertidles, decidles la verdad, romped sus corazones antes de que los otros lo hagan, al menos vos sabeís hacerlo con tacto, sois un experto en tener el corazón roto. Adelante, decidles que todas esas «fiestas» no son tan profundas ni tan dulces como ellas creen, decidles que son solo aquelarres de dipsomaniacos.

Un amigo insiste en que vayáis a la Vieja Plaza. Aceptad, vivís a lado de esta ahora de todas formas. Estáis cansado, pero no importa, Pangea no fue suficientemente estimulante.

Media noche en la madriguera de roedores: conejitas y ratas

Llegáis a la Vieja Plaza pero no encontráis a vuestro amigo. Vagad por un rato, observad con disgusto el desfile de briagos libidinosos, criticadlos, engañaos a vos mismo, fingid que no os habéis convertido en uno de ellos.

«Y si vais a perseguir conejitas».

Mirad a esas 2 nenas tentadoras, tan lindas, tan rubias, tan solitas…

«Y sabéis que caeréis».

¡Habladles! Vos sabéis que queréis… No, no lo sabéis realmente, pero eso no importa, pues ya lo estáis haciendo.

«Decidles que fue una oruga fumadora de narguilé
»la que os dio el aviso».

Mirad a ese tonto niño envidioso de 18 años, no pudo resistir los celos que le produjisteis al robar la atención de las chicas, tenía que meterse para «ahuyentaros». Tan inmaduro es, trata de intimidaros, intenta impresionar a las muchachas actuando como gallito agresivo contigo.

«Cuando los hombres en el tablero de ajedrez
se levanten y os digan adónde ir».

No resistáis la risa, adelante, reíos en su cara de niño bonito, es tan ridículo.

«Y tomasteis alguna clase de hongo
»y vuestra mente se mueve lentamente»

El alcohol en vuestras venas y el cansancio de un día sobrecargado nublan vuestro criterio. Estáis cansado, pero no importa, nada importa realmente.

«Cuando la lógica y la proporción
han muerto por descuidadas»

«Soy lesbiana», dice la más venusta de repente, y comienza a besar a la otra chava. «No me importa», susurráis, mientras disfrutáis el espectáculo erótico espontáneo, mientras os deleitáis mirando cómo masajean sus labios, mientras se abrazan y restriegan sus cuerpos, y acarician sus espaldas y sus nalgas apasionadamente.

«Y el caballo blanco habla al revés».

Pero el estúpido niño bonito no está contento con vos aún, se siente humillado por vuestra indiferencia, por cómo no os intimidasteis ni con sus gruñidos ni con su gorilesco golpeteo de pecho.

«Y la reina roja perdió la cabeza»

Llama a sus amigos, 5 imberbes más os amenazan con atacaros físicamente, como castigo, por el horrible crimen de burlaros de su inmadurez.

«Recordad lo que dijo el lirón:
»alimentad vuestra cabeza».

¡Despertad! ¡Dejad de mirar a las muchachas! ¡Mirad a esos tipos! ¡Son demasiados! ¡Retiraos! La mejor guerra es la que no se pelea.

Apartaos elegantemente. No sois vos el animal salvaje en brama aquí.

Sentid el mal sabor de boca que no puede ser lavado fácilmente. Vagad un rato por esa ratonera, tratad de encontrar algo dulce, o al menos algo puro, para enjuagaros este horrible sabor.

—¡Hey! ¡Venid y sentaos con nosotros! ¡Qué coincidencia encontraros de nuevo! ¡Ya van 3 días seguidos!

Son unos estudiantes de filosofía nuevos que conocisteis anoche, o quizá hace 2 noches, o en algún momento esta semana… Aceptad su invitación a tomar una cerveza, ellos parecen estar puros aún, y quizás esa cerveza limpie el mal sabor que aquellos tipos os dejaron.

—Pensé que no os encontraría por aquí, siempre estáis criticando este lugar, y siempre estáis hablando de amor… ¿O estáis aquí buscando amor acaso?

Stella Artois sabe a cualquier cosa excepto a estela, vos habéis probado ya los labios de un astro, conocéis el sabor del plasma; el gusto de Stella Artois es más jabonoso que celestial, pero eso es lo que necesitas ahora, jabón.

Decidles la verdad, decidles lo que piensas.

—Este lugar no está hecho para encontrar amor. Vos venís aquí para convertir vuestra sangre en alcohol escarlata, y simular que «coqueteáis» con otros espíritus etílicos. Pero eso no es amor, ni siquiera es amistad, sino solo el entretenimiento de los hijos de este capitalismo decadente, que no conocen algo mejor, que no tienen idea de qué más hacer para placer sus espíritus.

—¿Entonces qué hacéis vos aquí?

—No lo sé, estoy perdido.

¡Oh, claro que estáis perdido! Estáis vos embriagado y vuestro criterio esfumado por esa sangre etílica vuestra.

Contadles el episodio casi violento que tuvisteis. Mencionadles lo bellas que eras esas muchachas, cómo se besaban apasionadamente. Decidles cómo despachasteis elegantemente al intruso hasta que tuvo que invocar a un ejercito entero para eliminaros. Admirad su incredulidad, están confundidos, ellos saben sobre vuestro corazón roto, y no os ven tan atrevido ni tan loco como para hacer realmente todo eso, no entienden vuestro espíritu complejo, y vos tampoco.

Sentid la mezcla de Guinness, Westmalle y Stella Artois, incitando vuestra audacia. Sentid cómo lavan los restantes fragmentos de vuestro destrozado corazón.

Pasa una mujer, más alta que vos, moviendo sublimentemente sus piernas al caminar, meneando delectablemente su cuerpo voluptuoso, provocando en vos pensamientos de la clase que habéis estado anhelando toda la noche, esos que queréis y tenéis cuando estáis cansado, pero no importa, cuando continuáis viviendo, habiendo abandonado cualquier sentido de prudencia.

Os retan a hablar con ella, no porque estén confundidos y sientan curiosidad por observar el comportamiento extraño de un hombre que tiene el corazón roto, sino porque ellos mismos son timoratos, y no creen aún que seáis capaz vos de intentar realmente lo que parece imposible para ellos. Pero ignoran que la frustración es mucho más dolorosa que el rechazo; no saben que la temeridad es mucho más estimulante que el alcohol de las 4 cervezas que se bebieron antes de vuestra llegada.

Caminad hacia ella. Andad más rápido, o la perderéis.

Mirad esos ojos cerúleos, que os otean por un segundo y luego miran hacia otra parte. Ella es de Amberes, y es más guapa que las chicas anteriores.

—Vos solamente pensasteis que yo sería un blanco fácil ¿No?

—No, simplemente creí que erais vos muy hermosa.

—¡Oh por favor! Eso lo he oído tantas veces.

Es sarcástica, pero continúa hablando con vos, de cualquier modo, por varios minutos. Hasta que enventualmente os dice «tengo un novio», mientras se acerca hacia vos, haciendo que su piel toque la vuestra, «accidentalmente». Sentid la confusión de sus actos y sus palabras contradictorios. Osad, decid algo temerario, no habéis venido hasta aquí solo para rendiros ante tan pequeño obstáculo:

—Sí, tenéis novio, pero él no está aquí esta noche ¿Verdad?

Disfrutad esa sonrisa sonrojada que acabáis de provocar en su linda carita.

—Él vendrá mañana por la mañana.

—Entonces tenemos tiempo.

—¡Ja ja ja! Andad, seguid buscando, no os preocupéis, hay muchísimas chicas como yo por acá.

Se despide, abrazándoos vigorosamente por varios segundos, mientras vos le obsequiáis algunos besos en su mejilla y en su cabello.

Vuestros amigos filosóficos desaparecieron, vuestra plática con la dama amberina no fue tan interesante de mirar como el besuqueo sáfico que presenciasteis antes.

Vagad por las calles un rato, estáis cansado, pero no importa, las sensaciones agudas y fugaces de euforia que incitó ella os han despertado de nuevo.

Mirad a ese amigo que os insistió en venir, también está deambulando, aunque en compañía de otros hombres, no es él un lobo solitario cazando conejitas, como vos. La excitación es demasiada en vos, tenéis que contarle lo que pasó, las nenas besuqueándose ante vuestros óculos, los nenes silvestres envidiosos peleándose con vos, la niña ennoviada que de todas maneras os abrazó dulcemente… «¡Cuidado!», os dice, mientras señala a uno de sus acompañantes, «hace un par de años lo arrastraron hacia un callejón obscuro y le dieron una golpiza», os advierte.

El acompañante aludido os mira, tratáis de saludarlo alegremente, pues es también vuestro amigo, al menos eso creíais hasta ahora.

—¡No me habléis! Habéis caído en desgracia para mí. Perdisteis mi simpatía para siempre, y vos sabéis exactamente el motivo.

Vuestro único amigo intenta desesperadamente mantener la paz en el grupo, les dice que caminará con vos hasta vuestra casa, y se despide.

Estáis aún impactado por haber observado nuevamente qué cortos que se están volviendo vuestros momentos de euforia, cómo ahora solo un par de minutos fueron suficientes para que alguien os viera contento y lanzara una bomba para remediarlo.

—Él cree que sois abusivo, egoísta, mezquino, pérfido… Piensa que vos tomáis y nunca dais, que nunca queréis sufrir, que nunca os sacrificáis.

Es él el que ha dicho a la gente que pronto vos os convertiréis en un indigente callejero, durmiendo en las banquetas, y pescando comida de los basureros.

—El cree todas estas cosas malas sobre vos. Pero yo le he dicho que sea paciente, que no os conoce bien lo suficiente, que no ha tenido oportunidad de miraros en vuestros mejores momentos.

La gente cotillea, critica, se enoja si no obedecéis. Dificilmente os entendéis a vos mismo, y aun así ellos creen saber mejor qué os conviene y qué debéis hacer. Desead que fuera diferente, haced tantos deseos como queráis, mirad cómo nada pasa, la magia sucede pocas veces, y frecuentemente es solo una mentira. Empero, sentíos libre, estáis atrapado en Lovaina, pero fue vuestra elección; estáis atrapado en este mundo, eso no fue vuestra elección, pero al menos no estáis siendo un niño dócil obediente, no estáis siguiendo el camino de vida que os instruyeron ¡Chapó!

Después de un día tan estimulante quisierais tener a una cierta «fémina visitante» para desatar una conflagración en el edificio y activar de nuevo la alarma de incendios.

Vuestras cobijas y vuestras ropas siguen en la maleta, estáis cansado, y eso importa, mucho, no tenéis energía para tender la cama. Dejadlas ahí, y acostaos desnudo sobre vuestra cama descubierta.

Después de un día tan estimulante, vos, estando tan solo, al menos os demostraríais lo mucho que os amáis a vos mismo, y os acariciaríais y os tocaríais intensamente invocando en vuestra mente aquellos besos, aquellos abrazos, aquellas miradas,,, hasta explotar extáticamente, y caer dormido al instante —la más dulce transición de la vigilia hacia el sueño—. Pero no podéis esta noche, estáis cansado, pero no es eso lo que importa, no es eso lo que os impide vivir ese placer, es la decepción de todo, del mundo, que no fue lo suficientemente estimulante hoy para satisfaceros, que no ha sido suficientemente amoroso últimamente. De nuevo, no tenéis más que los pedacitos de vuestro roto corazón, para confortaros esta noche.

Dulces sueños, lobito solitario vagabundo. En vuestros sueños nunca estáis cansado, en vuestros sueños siempre vos sois vos, y el mundo nunca es el mundo. No os sintáis amargodulce, dejad la amargura afuera, dejad que solo la dulzura sea la «visitante» en vuestra alma. Mañana las cosas cambiarán, ningún día es igual a otro.


Publicado

en

por

Etiquetas:

Comentarios

Una respuesta a «Un viernes en Lovaina»

  1. Avatar de Jose
    Jose

    Ahh muy bueno, cortos cuentos, como los de una diario o un bitácora que te sirve de cuaderno para celebrar tus aventuras y cobijar tus desaciertos!

    Saludos!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *