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¿Vivimos todavía en el capitalismo?

El capitalismo es el sistema económico en el cual los medios de producción (fábricas, máquinas, oficinas, tiendas, barcos, aviones, camiones,,,) son propiedad privada, y se utilizan con el fin de obtener una ganancia, es decir, aumentar el capital. Mientras esto sea el modo de producción principal, la sociedad será capitalista.

Esto desmiente los argumentos de quienes creen que los problemas de la sociedad se deben a que esta no es capitalista de verdad, por tener un banco central, dinero fiduciario, impuestos, límites en lo que se puede gastar, límites en las transacciones de dinero en efectivo, etcétera. Todo eso puede existir, sin que deje de ser capitalista la sociedad. Y, para colmo, usualmente se hace para favorecer a los capitalistas más poderosos, que son quienes más influyen en, o a veces directamente controlan, el gobierno.

Esto desmiente también la absurda idea de que incrementar los impuestos de alguna forma va a resolver los problemas de la sociedad. No importa cuánto se le imponga a los ricos, o a todos, mientras las compañías sean privadas y produzcan con el fin de obtener ganancias, será capitalismo, con todos los problemas que este trae. Ningún impuesto, ninguna aduana, ningún control bancario,,, va a cambiar el hecho de que los burgueses siguen controlando lo que se produce, la gente tiene que venderse a sí misma a los burgueses para poder sobrevivir, y se obliga a todos a vivir para el dinero, para ganarlo y para gastarlo.

Si tan solo los «socialdemócratas» tuvieran en mente siquiera el objetivo de deshacerse eventualmente del capitalismo, aunque fuera a largo plazo, sería más creíble su movimiento y sería menos odioso votar por ellos cuando son la opción menos peor. Pero son como los demás políticos, ni siquiera se plantean cómo usar su poder para ayudar a la humanidad no solo ahora sino en el futuro; todas esas leyes fiscales, financieras y económicas las hacen pensando en ahora y, si hay suerte, una década en el porvenir. Pero no las planean buscando provocar el fin del capitalismo, ni siquiera pensando en hacer efectivo algún ideal sobre la libertad del hombre.

Así, no hay que ser ingenuo cuando se escuche la propaganda política, por más «liberal», «libertaria», o «de izquierda» que alegue ser, no es revolucionario su proyecto, si ni siquiera se plantean el fin del capitallismo, aunque sea paulatino.


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