Amor:
Algo quema mi garganta, es el mal otra vez, el mal que me ataca cada vez que alguna cosa me llega a debilitar. No han sido pocos los días de mi vida, los días de mareados estados presincopáticos. En esos momentos, solo hay dos cosas que logran elevar mis ánimos y eliminar mi sufrimiento; estas son la medicina y el amor. Pero la medicina tarda algunos horas en hacer efecto, mientras que el amor solo unos milisegundos; sin embargo, el efecto de la medicina es más duradero, mientras que el del amor se esfuma tan pronto me aleje de aquel a quien yo ame.
¡Oh Amor mío! ¿Por qué no te has dado cuenta de que entre tus brazos el mal ya no existe?
Antier llamé a una chica «amor», ella se enojó y me reclamó, como si «amor» fuera sinónimo de «puta» o algo peor ¿Qué sucede con el mundo? ¿Por qué ha decaído tanto que llamar «amor» a alguien se ha convertido en grosería?
Y aunque hay cosas peores que deberían ser groserías, no lo son. Cosas como no llamarme «amor», Amor, cosas como esas que me causan sufrimiento. Pero no te conformas con no llamarme amor, cada vez te alejas más de mí, ni siquiera me llamas ya, ni contestas mis llamados.
La gente no me cree cuando le digo que la amo, que vivo tratando de ayudarla a encontrar la felicidad. Y tú Amor, no difieres ahora mucho de la gente. Prefieres hablar de tonterías que de amor.
¿Por qué hay que esforzarse tanto para que me llames amor?¿Por qué componer tantas y tales melodías? Si al final me rechazarás e ignorarás, como si en verdad fuera yo tan malo, como si las melodías en lugar de alabarte te insultaran, como si en verdad no me amaras ¡Oh Amor dime por qué!
Tú lo sabes, tú te acuerdas de mí, tú me amas también, pero no lo aceptas, porque tu materialidad no te deja, porque aún estás enajenada en este mundo capitalista, donde las cosas más tontas se hacen pasar por las geniales, y las geniales son ignoradas y asesinadas lentamente por inanición.
Amor mío, crees que no eres mío, pero sí lo eres, porque yo te puedo sentir, y si te puedo sentir, ya eres mío, y solo mío, pues nadie más te puede sentir.
Sin embargo tu existencia contradice cualquier filosofía, pues juraban que lo interior no era objetivo, que esas cosas eran subjetivas; pero tú aunque eres mío, no eres subjetivo, no te dejas transformar a mi gusto y a mi voluntad, en cambio te comportas independientemente de mí, yo no te importo ¡¿Dónde está lo subjetivo?!
Y la gente se vuelve más loca aún, porque quiere creer que todo es subjetivo, y con ese pretexto intenta matar a la razón, pero ni el amor es subjetivo, menos lo material, menos casi toda la realidad.
Y si el amor fuera subjetivo, no tendría que escribirle cartas rogándole que me abrazara, suplicándole que me llamara amor, pluguiéndole que curara mis sufrimientos, o al menos me ficiera soportarlos más fácilmente, por tenerlo a mi lado. Pero no es así, el amor no es subjetivo, de hecho es tan objetivo que poco le importan mis epístolas, probablemente no las leerá, o si las leyere, no las responderá.
No Amor, no seas así, ámame, te lo suplico. No hay mañana, solo ahora; cualquier cosa que no ficiste, ya nunca farás, y podrías arrepentirte. Ámame, que amar no es insulto ni agresión, que amar es el más bello halago, el más sublime detalle que alguien puede tener para con alguna alma.
Escrito todo esto, solo queda una cosa más que plasmar en esta carta: Te amo,,,
Dan
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