¿Quién puede culpar a ese hombre porque pienses tanto en él? Yo no lo culpo, yo te culpo a ti, princesa, por no reconocer tu propio potencial fantástico, joven y bella mujer que fácilmente podría incendiar el mundo con su fuego ultracandente. Así que enciéndete, permite tu ignición, y vuélvete piromaniaca, que incluso yo, solidariamente, estaría dispuesto a ser quemado por ti.